Durante 400 años, Puerto Rico fue una colonia de España. Después, tras la Guerra Hispano-Cubana-Americana, pasó al control de Estados Unidos y en 1900 el Congreso de ese país aprobó la Ley Foraker que legalizó su posesión sobre la isla. De esta forma, Puerto Rico quedó bajo el control legislativo y dejó en manos de la Casa Blanca la designación de un gobernador. En 1917, mediante la Ley Jones los residentes puertorriqueños fueron reconocidos como ciudadanos de Estados Unidos. 
A finales de la década del cuarenta, la ONU exigió un proceso de descolonización en todo el mundo. Ante esto, Estados Unidos proclamó a Puerto Rico, en 1952, como un Estado Libre Asociado. Esto permitió la redacción de una constitución portorriqueña, pero el poder supremo se mantuvo en manos del congreso de Estados Unidos.
Hoy los puertorriqueños enfrentan el dilema de tres posibles opciones: el mantenimiento del actual status, la anexión como el 51 Estado de la Unión o la conversión en un Estado realmente independiente.


El movimiento independentista puertorriqueño tiene más de un siglo de lucha y sus estrategias han pasado desde el enfrentamiento armado hasta la búsqueda de la independencia mediante procesos electorales. A día de hoy, un gran número de grupos sociales, partidos políticos y personas en todo el mundo apoyan la independencia de Puerto Rico y aunque entre la población puertorriqueña existe un profundo patriotismo lo cierto es que en las urnas han preferido mantener su condición actual, por temor a la crisis económica que podría sobrevenir con la independencia total. En el referendo de estatus de 2012 solo el 5,5% de los ciudadanos votó a favor de la separación y la mayoría pidió convertirse en un Estado más de la Unión Americana.
Estados Unidos ha tratado de impedir, con diferentes estrategias, el auge del independentismo. En el siglo XX utilizó dos programas: Cointelpro y Carpetas. El primero fue creado por el FBI para vigilar y desacreditar las organizaciones políticas independentistas de Puerto Rico; mientras, a través de “Carpetas” se recopilaron, ilegalmente, por parte de la policía local, amplios volúmenes de información sobre los líderes políticos puertorriqueños. Aproximadamente 75 0000 personas quedaron bajo investigación. 
En la actualidad,  la independencia de Puerto Rico asusta a las élites dentro de Estados Unidos, pero la soberanía asusta a la otra parte.